A medida que envejecen muchas personas podrían notar cambios en la memoria y
en las capacidades cognitivas.
Al principio estos cambios pueden ser tan sutiles que es fácil justificarlos como
parte normal del envejecimiento y es posible que así sea, sin embargo, también es
posible que se trate de síntomas tempranos de la enfermedad de Alzheimer.
La enfermedad de Alzheimer EA es la forma más común de demencia y representa
entre el 60% y el 80% de todos los casos de demencia, solo en los Estados Unidos,
se estima que se produce un nuevo caso cada 66 segundos en promedio.
En las etapas tempranas las personas con EA podrían notar que les cuesta más que
antes realizar las tareas cotidianas, estos son algunos de los síntomas tempranos
más característicos de la EA que podría notar, además si tiene más problemas de
memoria, le cuesta encontrar las palabras correctas para nombrar las cosas, se
desorienta con respecto al tiempo y el espacio, tiene dificultades para manejar
dinero o pagar las cuentas, experimenta cambios en el estado de ánimo, la
personalidad o la capacidad de juicio, coloca cosas fuera de lugar o no puede
encontrarlas.
Los síntomas de EA se presentan debido a un daño lento y continuo de diferentes
partes del cerebro, se cree que este daño que afecta a las neuronas es el resultado
de 2 procesos diferentes que se producen en el cerebro de las personas con EA,
uno se relaciona con una proteína denominada beta Amiloide o A beta y el otro
involucra a una proteína denominada TAO, en el primero de estos procesos la
proteína A beta comienza a acumularse en el interior del cerebro esto puede
comenzar hasta 20 años antes de la aparición de los primeros signos de EA.
La proteína A beta se produce en el interior del cerebro de todas las personas, pero
en las personas sanas el organismo la elimina antes de que cause daño, en el
cerebro de las personas con EA, la A beta se aglutina en grupos cada vez más
grandes y forma agregados que se conocen como placas.
Con el transcurso del tiempo las placas comienzan a formarse en cada vez más
partes del cerebro, algunas de las cuales son responsables del aprendizaje, la
memoria y otras tareas.
El segundo proceso que involucra a la proteína TAO comienza unos 15 años antes
de que aparezcan los primeros signos de EA.
En circunstancias normales la proteína TAO desempeña un papel beneficioso en el
cerebro, sin embargo en las personas con EA la proteína TAO sufre una alteración y
forma ovillos dentro de las neuronas, con el tiempo los procesos que involucran a
las proteínas A Beta y TAO pueden producir daño en las neuronas, este daño afecta
progresivamente a las diferentes regiones del cerebro y esto conduce a la aparición
de los síntomas que podríamos identificar como EA.
La enfermedad de Alzheimer empeora con el tiempo, lo que produce un
agravamiento de los síntomas y puede, en última instancia causar la muerte, sin
embargo los estudios sugieren que el diagnóstico y la intervención tempranos
podrían retrasar el avance de la EA y ayudar a proteger el cerebro de sufrir mayor
daño.
Además el diagnóstico precoz le permite evaluar la posibilidad de participar en un
estudio clínico que exploren nuevos tratamientos posibles.
Hoy hay herramientas que podrían ayudar a que los médicos diagnostiquen la EA
en sus etapas tempranas lo que incluye diversos análisis de laboratorio, exámenes
escritos y entrevistas para confirmar si tiene EA.
El médico podría solicitar un estudio de diagnóstico por imágenes denominado PET
A (El PET es una técnica de neuroimagen que, utilizada con un trazador concreto,
sirve para detectar la proteína beta amiloide en el cerebro), el médico también
podría solicitar un procedimiento para examinar una muestra de su líquido
cefalorraquídeo en busca de valores anómalos de proteínas A Beta y TAO, el
líquido cefalorraquídeo es un líquido corporal incoloro y transparente que se
encuentra en el cerebro y la médula espinal.
En la actualidad los únicos tratamientos aprobados para la EA ayudan a tratar
algunos de sus síntomas más avanzados, sin embargo hay iniciativas en curso para
desarrollar tratamientos, que de ser aprobados, podrían demorar, detener o evitar
el avance de la EA, asimismo los estudios sugieren que un estilo de vida que
incluya una alimentación saludable, la práctica de ejercicio regular, interacción
social y estimulación cognitiva podría ser beneficioso.
Desde hace décadas una comunidad cada vez mayor de proveedores de atención
médica, científicos, investigadores, universidades, organizaciones de apoyo al
paciente y compañías farmacéuticas asumen el compromiso de luchar contra esta
enfermedad y sus esfuerzos producen descubrimientos nuevos y prometedores
cada año que pasa. Más de 500 estudios clínicos con varios miles de participantes
alrededor del mundo contribuyen a mejorar nuestros conocimientos sobre la EA y
su posible tratamiento.
En la lucha contra la EA usted no está solo.