Los primeros meses de vida de un cachorro son fundamentales para el aprendizaje de
las primeras conductas, y determinarán en parte su calidad de vida en el futuro.
Es un tiempo que el perro y el gato debe pasar con su madre y hermanos. Forzar la
separación tiene en muchos casos consecuencias nefastas para el animal, que suelen
aparecer a la larga.
Cada vez más los veterinarios y expertos en comportamiento animal (etólogos) se
están encontrando con perros jóvenes con alteraciones de conducta que tienen su
origen en una separación demasiado temprana, en cachorros con muy pocas semanas
de vida.
La edad mínima para separar un cachorro de su madre se sitúa, según los expertos,
entre los tres y cuatro meses de vida. Hacerlo antes no es para aconsejable. La lista de
consecuencias es larga y merece capítulo aparte. Problemas en el comportamiento del
animal, en la conducta y en la capacidad para aprender las normas básicas de higiene
en la casa, o también en la socialización del perro, ya sea en la relación con las
personas o con otros animales de su especie.
“Han aumentado los problemas graves de conducta por la gran cantidad de perros
separados con menos de un mes de vida”
Marcos Javier Ibáñez Experto en conducta canina.
Hay que recordar que un cachorro, si no se opta por la adopción en un centro de
acogida, tan sólo puede comprarse en los criadores autorizados, debidamente
acreditados. Todo lo demás, que suele ofrecer precios más baratos, está prohibido, es
ilegal.
Parte del incremento en los problemas de conducta detectados viene motivado
porque los animales han sido separados de su madre de forma prematura. “Era
anecdótico, pero ha aumentado por la gran cantidad de perros separados de forma
muy temprana de la madre, con menos de un mes de vida. Vemos cachorros súper
traumatizados que se venden en tiendas. Es una salvajada”, denuncia Marcos Javier
Ibáñez, experto en conducta canina.
La clave
El aprendizaje natural que realizan junto a la madre y hermanos no se puede sustituir
por un humano
Las experiencias que tiene el cachorro durante el período, muy sensible, que va de las
dos semanas de vida hasta los cuatro meses tienen la capacidad de modificar el
cerebro del animal. “Lo que el cachorro experimenta (o no) durante este período tiene
un profundo impacto en su carácter, temperamento y comportamiento de adulto”,
destaca Pifarré.
Los cachorros necesitan a sus madres no sólo para alimentarse mientras no tienen
dientes o se han destetado, sino para aprender a actuar y comportarse en la sociedad
que los rodea. Socializar a un cachorro es la parte más importante de toda su
educación.
“Nadie mejor que su propia madre para enseñarle a descubrir la vida, su entorno y
cómo comportarse. Con tres meses de vida se supone que el cachorro puede soportar
la separación de la madre y sobrevivir, aunque su educación y estado emocional
pasará a ser exclusivamente nuestra responsabilidad”, advierte la veterinaria.
Así pues, lo ideal es mantenerlos bastante tiempo juntos, aunque lo habitual es
separarlos a los tres meses de vida y lo desaconsejado es hacerlo antes de ese periodo.
Con su madre y hermanos, el cachorro adquiere la conciencia de pertenecer a su
propia especie. Ello los lleva a poder tener una relación normal con otros perros. Poder
jugar con los componentes de su camada favorece que el perro aprenda hábitos de
comportamiento correctos.
Este material es de carácter educativo e informativo únicamente, no
sustituye ni reemplaza la consulta médica, y en ningún caso deberá
tomarse como consejo, tratamiento o indicación médica. Ante cualquier
duda deberá consultar siempre con su médico tratante.